
De este modo,
vamos a intentar por medio de diferentes secuencias de películas
construir una pequeña y seguramente ineficaz clase de cata.
Obviamente muchas cosas quedarán en el aire en este peculiar
“cadáver exquisito” enológico, pero intentaré suplirlas en la
medida de lo posible.
En este punto me
resulta ineludible “Entrecopas”. En un principio cuando comencé
este blog era reticente a escribir acerca de este delicioso film para
evitar caer en convencionalismos y por un pequeño arrebato de
absurda rebelión, ya que parece que se le ha otorgado el título de la gran película del vino.
De todas formas y debido a mi limitado conocimiento del
séptimo arte, me vendrá muy bien para este caso.
Comenzaremos por
el principio, la apertura de la botella. Es necesario abrirla con
relativa antelación para que desaparezcan esos aromas a reducción
propios de la crianza reductora que sufren los vinos en el vidrio.
Este tema lo denuncia airadamente Jude Law en “Gattaca”:
“¡Cuantas
veces lo he dicho! ¡Esta botella no lleva abierta ni cinco minutos!
El vino necesita respirar”.
Y si estamos ante
un espumoso, ya sea “Champán”, “Cava” u otro, se debe intentar
hacerlo con el debido cuidado para no derramarlo, especialmente si se
trata de un buen vino. Ya que en primer lugar estamos perdiendo el
producto, y además se está incidiendo negativamente en las
características organolépticas del espumoso. Lo cierto es que no es
muy complicado ver películas donde ocurre este despilfarro, por
ejemplo en el genial documental de “Senna”, aunque ahí puede
estar más justificado. Sin embargo, vemos este acto sin ningún tipo
de pudor al inicio de “Memorias de África”, o en los tramos
finales de “El verdugo”, o en el fastuoso gran festín de "La Bella y la Bestia". Esto también nos lo explica el
psicótico Paul Giamatti en la ya citada “Entre copas”:
- “No, no lo abras ahora. No, no, está caliente.
- Jack, es un Byron del 92.
- Es muy poco común, ¿sabes?
- Lo he estado guardando.
- No lo abriré.
- Por favor, no lo abras.
- ¡Jack! ¡Has tirado la mitad!”
- “No, no lo abras ahora. No, no, está caliente.
- Jack, es un Byron del 92.
- Es muy poco común, ¿sabes?
- Lo he estado guardando.
- No lo abriré.
- Por favor, no lo abras.
- ¡Jack! ¡Has tirado la mitad!”
También en este
fragmento nos da otra importante nota de cata, la temperatura a la
que debemos servir el producto. Ya que variará en función del vino que
tengamos entre manos: Entre 8 y 10 grados los vinos blancos secos y
espumosos. Los tintos jóvenes y poco tánicos la temperatura deberá
rondar los 14-16ºC. Y por último, los vinos con crianza tendrían que servirse sobre los 18ºC.
Una vez el vino
está servido, tomamos la copa por el tallo, para no modificar la
temperatura del contenido. Aunque obviamente en los temas de la cata
y el disfrute hedonista del vino no hay reglas inamovibles, cada uno
lo hace como más plazca. De hecho en “Noches de vino tinto”se
nos explica otra forma de tratar el recipiente y los sentidos:
“Agarra el vaso con las dos manos.
Ama el cristal. Bebe con los ojos
cerrados pensando muy fuerte en los recuerdos, para olvidar los esta
noche. (…) Ha muerto el tiempo de los relojes y diles por ahí a
todos que nadie nos pregunte nada, hemos olvidado como se contestan
las preguntas.”
Continuando con nuestro particular monstruo de Frankestein avanzamos hacia las tres fases sensitivas principales de la cata. Podemos observar el proceso completo en la fantástica película de animación “Bienvenidos a Belleville” del francés Sylvain Chomet. En este caso el proceso es totalmente mudo, sin ninguna explicación. El pequeño mafioso francés, como profesional catador, comienza por un exhaustivo análisis del color y la limpidez, pasando por una intensa etapa olfativa y por último escudriña minuciosamente el vino en boca. De hecho, hasta emplea el recurso de sorber aire, cuando se contiene el vino en la boca, para poder escudriñar los matices retronasales.
Continuando con nuestro particular monstruo de Frankestein avanzamos hacia las tres fases sensitivas principales de la cata. Podemos observar el proceso completo en la fantástica película de animación “Bienvenidos a Belleville” del francés Sylvain Chomet. En este caso el proceso es totalmente mudo, sin ninguna explicación. El pequeño mafioso francés, como profesional catador, comienza por un exhaustivo análisis del color y la limpidez, pasando por una intensa etapa olfativa y por último escudriña minuciosamente el vino en boca. De hecho, hasta emplea el recurso de sorber aire, cuando se contiene el vino en la boca, para poder escudriñar los matices retronasales.
Y aquí volveremos a la única película que conozco que nos enseña todas las etapas de la cata bastante bien explicadas. Por supuesto, se trata de “Entre copas”:
- “Deja que te enseñe cómo se hace esto. Primero...coge la copa y examina el vino. Observa el color y la claridad. Hazte una idea de cómo es, ¿vale? ¿Espeso, suave, acuoso, almibarado? ¿Vale?
- Vale.
- Ahora inclínalo. Lo que haces es mirar la densidad del color... mientras se estira hacia el borde. Eso te dirá los años que tiene. Es más importante con el tinto. Ahora, mete la nariz dentro.
No seas tímido. Mete la nariz bien
adentro. En serio... un punto cítrico. Quizás un poco de fresa.
Fruta de la pasión. Y ahí está, un pequeño aliento de, bueno, de
espárrago...y un leve aroma de queso Edam con nueces.
- Vaya. Fresas, sí. Fresas.
- Bien.
- El queso no.
- Baja el vaso, deja que entre aire. Oxigenándolo, se abre. Suelta los aromas, los sabores. Es muy importante. Vuelve a oler. Eso es lo que se hace con cada uno de ellos.
- ¿Cuándo nos lo bebemos?
- Ahora.
- Vaya. Fresas, sí. Fresas.
- Bien.
- El queso no.
- Baja el vaso, deja que entre aire. Oxigenándolo, se abre. Suelta los aromas, los sabores. Es muy importante. Vuelve a oler. Eso es lo que se hace con cada uno de ellos.
- ¿Cuándo nos lo bebemos?
- Ahora.
Pero existen múltiples descriptores
más, que los que nos ofrece esta película. Por tanto para ampliar
un poco esta información, nos iremos a diferentes títulos. Así con
la fase visual podemos comenzar con ese vino con cuerpo de “El
extraño viaje”.
Seguimos con la fase nasal en “Midnight
in Paris”, ya que ese repelente “hombre pedante” prefiere una
nota afrutada que una nota
ahumada en
nariz. O de nuevo en “Entre copas” Miles
ya advierte a su compañero de viaje que no le gusta como manipulan
el Chardonnay en California. Demasiado roble y demasiada maloláctica
secundaria.
Continuamos introduciendo el vino en la
boca, en este punto si un vino está
equilibrado en boca, suele describir la siguiente trayectoria: Una
entrada dulce que pronto es mitigada por un despunte en la acidez
para acabar despidiéndose con un adiós amargo. Pero en muchas
ocasiones el vino puedo no presentar esta redondez y marcar
intensamente lo que conocemos como aristas o pequeños defectos como
se da en el caso de “Un hombre que duerme” donde describía el
vino única y exclusivamente como ácido. O volviendo al
“hombre pedante” que aparece en “Midnight in Paris” que
disfruta de una pizca de tanino, que podemos percibir como amargor o
astringencia en boca. También en la película “Tierra”
nos dice que los vinos de la zona tienen un peculiar sabor a tierra.
Un descriptor que se suele encontrar en diferentes notas de cata, de hecho no es la primera vez que
se hablan de vinos minerales, con aromas a sílex o piedra de
mechero.
Y una vez ingerido el vino, como se dice en “El Hombre del tren”, “Abra los conductos disfrute del calor” que nos ofrece el alcohol. Obviamente esto es más plausible con bebidas de alta graduación, pero también lo podemos apreciar en ciertos vinos, especialmente los Oporto o los de Jerez.
Y por último, vale la pena hablar de como distribuiríamos los vinos en una cena. Hecho que se aprecia y degusta perfectamente en “El festín de Babette”. Una joya humanista donde se ensalzan los sentidos y se derrumban prejuicios y clases sociales. En ésta vemos como se sirve un vino amontillado, tipo Jerez, con los entrantes, "Champagne Clicquot 1960" con el primer plato, seguido de un vino tinto "Clos Vougeot" y para terminar después del café, un brandy destilado a partir de los orujos de uva de Champagne "Três Vieux Marc".
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