“Una buena ficción siempre tiene un
punto de documental. Y un buen documental, un punto de ficción.”

Pero en este caso vamos a centrar nuestra vista en el
consumo de vino y en el cine español, y así percatarnos de la
cuestión que ya nos anunciaba el título de la entrada. Sí, es
cierto, el consumo de vino en España está cayendo y ésto lo
podemos observar claramente en su producción cinematográfica.
Me gustaría continuar con el comienzo
de una de las grandes obras del cine español “Bienvenido Mr
Marshall”: “Pues señor, erase una vez un pueblo español, un
pueblecito cualquiera (…). Un pueblo sin nada particular, con su
plaza donde se dan los bailes los mercados y las noches de luna, su
viejisima iglesia y que los entendidos consideran que tiene un gran
mérito, su ayuntamiento con su balcón y todo, para que el alcalde
pronuncie desde él elocuentes discursos, con su reloj roto, su
escuela con su mapa donde todavía existía el imperio austro-húngaro
y una casa cualquiera de un hombre cualquiera, el café que es al
mismo tiempo gran casino, fondo universal, cabaret con atracciones y
estación de la línea de autobuses...” Con su gente sencilla
que también nos será presentada con total detalle al inicio de la
película, como el alcalde y cacique, otra figura principal como es
el cura, “el hidalgo sin ninguna mancha ni dinero, y esos que se
sientan en la plaza ha pensar en las cosechas que nunca han tenido.
Donde todo va bien, o mejor dicho ni va bien ni mal, todo va como
cualquier día.” Y en esta
tesitura que nos describe el inconmensurable Berlanga se puede
observar como se bebe un vino tan anónimo como el mismo pueblo, tan
típico y tradicional como Villar del Río. Y no será la única
película de este genio en la que vuelve a aparecer el vino tinto,
como en ese sarcástico retrato social titulado “Plácido”. También encontramos ese humor negro marinado con champán junto a una mordaz crítica sobre
la pena de muerte en “El verdugo”.
En otra “ciudad
cualquiera, de cualquier provincia de cualquier país. (…) Se oye como el sonido de la gran campana inaugura ya el aire aun dormido de la
ciudad, después viene otra vez el silencio, y en él, el rumor de la
escoba municipal poniendo a punto para el día la Calle Mayor. Sí,
en la “Calle Mayor” de esta ciudad de provincias, que resulta
ser la capital de La Rioja, también se bebe vino entre crueles
bromas y una realidad social abrumadora.
Aparece en mi mente la intensa y
visceral “Los santos inocentes”, donde campesinos y señores
degustan sus vinos. Se nos ha olvidado esa época en la que el
trabajador cansado necesitaba el aporte calórico que nos brinda una
botella de vino en el cuerpo. Me resulta imposible no recordar ese
elixir peleón, plagado de posos que residía en la barricas de la
bodega de mi aldea. Como el que se podía beber en “El bosque
animado” o la delirante “Amanece que no es poco”.
Imposible de olvidar “Viridiana”,
obra maestra del séptimo arte, grotesca, irrepetible y magistral. En
la que no podía faltar el vino en esa peculiar última cena.
Y hasta la juventud urbanita de entonces encontraba en el vino a su fiel acompañante nocturno. En esas “Noches de vino tinto” en las que se recorre tasca a tasca, vaso a vaso de vino la noche de la Ciudad Condal. Se trata de un película con claras influencias de la Nouveau vague aunque sin alcanzar la elegancia de la escuela francesa. Pero es un ejemplo perfecto para demostrar la diferencia con una juventud muy diferente a la actual que buscaba refugio, celebración o consuelo en el fondo de un vaso de vino. Ya que hoy en día, para nuestros jóvenes el vino ha quedado relegado a un triste olvido o a una buena mezcla con coca-cola.
Es cierto que la sociedad ha cambiado,
pero es triste perder las buenas costumbres. Y sería muy
reconfortante recuperarlas. No recuerdo la última película de cine
español donde el vino tenga un lugar destacado en el desarrollo de la
trama. Y mucho menos cuando el film esta enfocado hacia la porción
joven de nuestra sociedad. No os esforcéis, perdió la batalla con la cerveza,
alcoholes de mayor graduación y otro tipo de drogas.
Solo se me viene a
la mente la insistencia de Karlos Arguiñano reclamando vino y
pan, haciendo un llamamiento a las viejas tradiciones, para comer una
tortilla de setas posiblemente envenenada. Aunque quizás “Airbag”
ya se podría englobar en ese limbo, que a mi personalmente tanto me
cuesta discernir, llamado "clásicos modernos". Que linea tan difusa.
Pero qué ocurre cuando nos vamos a producciones más actuales. Por ejemplo en “Los girasoles ciegos” no recuerdo ni la mera presencia del vino. De hecho, Elena (Maribel Verdú) no tiene vino, así que ofrece a sus invitados coñac, exclusivamente. Pero no será la única, en la joya de animación “Arrugas” tampoco vemos vino. Y como en ésta, lo mismo ocurre en “Azul oscuro casi negro”, “Grupo 7”, “Celda 211”, “Los amantes del circulo polar”... Y así tantas otras que todavía no tuve ocasión de ver o de recordar.
Pero qué ocurre cuando nos vamos a producciones más actuales. Por ejemplo en “Los girasoles ciegos” no recuerdo ni la mera presencia del vino. De hecho, Elena (Maribel Verdú) no tiene vino, así que ofrece a sus invitados coñac, exclusivamente. Pero no será la única, en la joya de animación “Arrugas” tampoco vemos vino. Y como en ésta, lo mismo ocurre en “Azul oscuro casi negro”, “Grupo 7”, “Celda 211”, “Los amantes del circulo polar”... Y así tantas otras que todavía no tuve ocasión de ver o de recordar.
También
se me viene a la mente “La piel que habito”, genuínamente
Almodóvar, la huella del manchego queda patente en su cuidada
técnica. Desde mi punto de vista, no estamos ante su mejor ni su
peor obra. Pero centrándonos en lo que nos interesa, sólo vemos champán cuando es inevitable, cuando rechinaría no verlo, en las
típicas celebraciones. Pero en fin, qué le vamos a hacer...
Para finalizar, reiterar que el
consumo de vino está en detrimento, especialmente en la sociedad
española y en su cine. Juan Luís Buñuel, Luis
García Berlanga, Juan Antonio Bardem... siempre tenían un espacio
en la mesa para la botella de vino. Pero actualmente ha ido despareciendo del celuloide español como de nuestras mesas. Menos mal que algún cineasta
extranjero se acuerda de que en España todavía se hacen buenos
vinos ("Vicky Cristina Barcelona").
No hay comentarios:
Publicar un comentario