lunes, 27 de mayo de 2013

"Sed de mal" y Flor de Pingus

Ambos destacan por su complejidad. Cada vez que bebes un sorbo de este vino se descubren nuevos matices, sensaciones y emociones. Al igual que cada vez que se vuelve a visionar alguna de las escenas de esta gran película. Tan sólo con la primera escena nos percatamos que estamos ante un prodigio de la técnica cinematográfica. Me encanta percibir que nunca llegaré a entender por completo ninguna de las dos obras, siempre se nos escapará algo que nos hará disfrutar en una futura degustación.



Ambos gozan de un color negro azabache. La gran diferencia es que el vino juega con reflejos magentas en la corona, mientras que Welles le sobra el blanco y negro, sus efectos de claro oscuro y sus juegos de sombras para estremecernos. Las frambuesas y frutas negras se enjutan en una sinfonía de una exquisita madera. Pero no terminará aquí, galleta de mantequilla, fruta madura, compota, tostados ...


Pueden sucederse las horas y continuar degustando el momento, ya que estamos ante vino y cine para gente exigente. Redondo en boca, se desenvuelve meloso y armónico con una persistencia que deja huella. Soberbias interpretaciones dirigidas por la mano del maestro, Welles, en un suspense al que donaremos gustosos un par de horas de nuestra existencia. Una retronasal cargada de múltiples matices de ahumados, maderas, caramelo, chocolate, crema pastelera... Nada es superfluo, cada aroma cada encuadre. Pero la experiencia no terminará aquí, ya que un amable tanino ha dejado su firma en nuestras encías y ahí permanecerá durante largo tiempo. Y todavía más en nuestras mentes. 

Palabras mayores en el mundo del cine y del vino. Una de las más grandes obras del séptimo arte junto a esta “flor”, hermana pequeña de uno de los vinos más selectos de España. 

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