viernes, 10 de mayo de 2013

Disney, Vino y otras bebidas espirituosas

Disney, santo y seña de nuestra infancia. Millones de personas nacidas después del estreno de “Blancanieves” (1937) han estado marcadas de una u otra forma por la factoría del ratón de pantalones rojos. Seguramente tengáis una visión muy grata de las producciones de este gigante de Hollywood, pero  me da por pensar que sus proyecciones han creado una gran cantidad de traumas y adiciones. De hecho, creo que daremos la clave a muchos psicoanalistas que no han llegado a satisfacer las necesidades de muchos de sus pacientes. Me explicaré... 

Comencemos por “Fantasía” (1940). Una película que tantos padres han comprado a sus inocentes hijos pensando de que se trataba de un film de dibujos animados convencional. Pero nada más lejos de la realidad, no hay una historia central, no hay héroes ni villanos, ni princesas ni dragones, ni animales que hablan. Se trata de música clásica acompañada de inspiradores dibujos que emanan de la interpretación de artistas al escuchar esas diletantes melodías. Ante su error, seguramente muchos de los progenitores pensarían que sería una forma muy acertada de incentivar a sus retoños a emprender nuevas actividades y abrir sus incipientes mentes a las artes. Pero no, esa película da miedo a los niños y no sólo eso, el trauma perdura durante años. A la tierna edad de cinco años es impactante para cualquiera ver la muerte agónica de los dinosaurios, que unas maléficas escobas intenten asesinar a Mickey Mouse, por no hablar del último y tétrico final, donde demonios y otras criaturas del averno adoran con danzas macabras y rituales esotéricos a satanás. 
Pero yendo al grano, en esta película podemos observar el vino en todo su esplendor. Una vendimia llevada a cabo por centauros, mezclada con una bacanal comandada por baco. Ese dios gordito, borracho, contento y descarado que en el éxtasis de su lasciva ebriedad intenta alcanzar a las jóvenes centauros. Aunque su borrachera será interrumpida bruscamente por una tormenta fomentada por un entrometido Zeus, que derramará todo el trabajo de la vendimia creando verdaderos ríos de vino tinto. 

Pero la relación de Disney con las bebidas alcohólicas no terminará aquí. Continuaremos con “Dumbo” (1941), el pequeño paquidermo y su amigo roedor se emborrachaban inconscientemente. Aunque los efectos de esta melopea eran más propios de drogas más duras como el ácido o el LSD. Porque yo nunca  me tope con dantescos elefantes multicolores desfilando, riendo y danzando. Ni acabé durmiendo en la rama de un árbol a 10 metros del suelo por beber champán rebajado con agua. Quizás W. Disney quería alejar a los niños del consumo del alcohol, mostrando las terribles consecuencias que podrían tener, aunque en la misma película se veían cuervos fumando impunemente. Sin embargo, no comenzaron estas malas influencias con el elefante volador, porque dudo que nadie se haya olvidado de Pinocho (1940). Quién no tuvo pesadillas inspiradas en esas secuencias en las que los niños se transformaban en burros cuando bebían cerveza y fumaban. 


Pero no se terminarán aquí las borracheras en la filmografía de Disney. En “La bella durmiente” (1959) encontramos un trobador desvergonzado que hasta aprovechaba su instrumento como recipiente. Otros ejemplos de ebriedad se dan en “Robin Hood” (1973), cuando la serpiente es introducida en un barril de cerveza, aunque se debe aclarar que esto fue en contra de su voluntad. Tampoco podemos olvidar el gran festín de “La bella y la bestia” (1991) donde van reventando los tapones de cientos de botellas de champán, no se quién se bebería todo ese alcohol pero seguro que no pudo ver como terminó la historia. También en pleno apogeo de la celebración de Carnaval se ven varias personas embriagadas en el "Jorobado de Notre Dame" (1996).

Siempre permanecerá la duda dentro de mi. ¿Cuáles eran las intenciones de Walt Disney? Alejarnos de la bebida y el tabaco o hacernos caer irremediablemente en esos vicios. Eso si, ahora no os debéis sorprender que las generaciones que han crecido viendo películas de Disney tengan ciertas inclinaciones alcohólicas. Y por supuesto, que sigan temblando al ver escenas de Fantasía. 

Con el paso del tiempo se fue suavizando el tratamiento de las bebidas alcohólicas por parte de los personajes de Disney. Sin embargo, hasta las joyas del estudio Pixar, cuyos protagonistas han caído en  las garras de la bebida como Linguini en “Ratatouille” (2007) . Sin embargo en la misma “Ratatouille” y “Up” (2009) se ve como el vino se bebe con la debida moderación. En “Tiana y el sapo” (2009), salvando un personaje disfrazado de pulpo que bebía simultáneamente 8 copas de vino, se aprecia una correcto consumo de alcohol.


Es cierto el tratamiento del alcohol y el tabaco ha variado desde las primeras películas de animación hasta las de hoy. Cada vez se protege más a los niños de este tipo de sustancias y lo considero lógico. De hecho, es curioso ver esta evolución y plantearnos la repercusiones que tendrá en las futuras generaciones. Pero en este mundo de la información, en donde todo el presente y pasado lo podemos encontrar en un click, tiene sentido “suavizar” los dibujos hasta esos límites. Tampoco defendería un consumo gratuito e innecesario de estas sustancias en las producciones cinematográficas, pero creo que se han alcanzado medidas absurdas de sobre protección, como la de censurar los pitillos en la televisión. 

Pero volviendo a lo que nos atañe ¿Qué clase de extraña y tormentosa obsesión tenía Walt Disney con el alcohol y el vicio en general? Creo que nunca lo descubriremos, pero como en muchos otros aspectos los "Looney Tunes" llegaron más lejos que Disney:


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