Este vino australiano no nos
puede evocar otra cosa que no sea una película poco notable, corta y sin
persistencia. De hecho, fue necesario hacer un esfuerzo para recordar una
película pareja a sus sensaciones.
Lo cierto es que el vino
presenta una fuerte intensidad aromática. Pero surgen aromas con matices
químicos y artificiales que me recuerda a la serie "Breaking Bad", pero susodicha serie no se
merece tal comparación. Seguro que Heisenberg “cocinaría” unos caldos mejores.
Así que, tras nuevas
divagaciones creo que será mejor cambiar de rumbo e ir películas australianas.
Pero cuando pienso en el cine de este país no puedo evitar que surja en mi
mente escenas de la pequeña joya de “Mary and Max”, de la divertida estridencia
de “Las aventuras de Priscilla, la reina del desierto”, de la resplandeciente
“Shine” o de la sobria “La propuesta”. Pero esta candidatas eran inválidas
para el caso, la película debería ser de una calidad equivalente al vino, pero
ninguna llegaba a su nivel “Australia”, “Mad Max II”... Hasta que finalmente la
encontré, “La isla del miedo” (El ataque de Dientes de Sable). Ningún
comentario más al respecto.
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