La degustación del paso del tiempo y la paciencia de técnicas tradicionales se plasma en estos dos productos, gracias a un especial mimo y al continuo devenir de los meses. Ya sea para la elaboración única y ancestral de este vino, como para enhebrar este conmovedor relato que narra el heroico viaje de este anciano en su magullado corta-césped. En ambos se conjunta la importancia de una sabiduría aportada por los años y la tradición.
Sencillas y profundas, se trata de dos obras únicas en su especie. Una dentro de los blancos de Rioja y otra dentro de la filmografía del irreverente David Lynch.
Estamos ante un vino blanco tan singular que en una cata a ciegas costaría mucho saber si se trata de un tinto o un blanco. Del mismo modo, si hemos visto alguna de las películas de David Lynch y nos topamos con "Una historia verdadera", es muy complicado discernir que estamos ante un film de este director.
Estamos ante un vino blanco tan singular que en una cata a ciegas costaría mucho saber si se trata de un tinto o un blanco. Del mismo modo, si hemos visto alguna de las películas de David Lynch y nos topamos con "Una historia verdadera", es muy complicado discernir que estamos ante un film de este director.
Cambiando de tercio, nos servimos una copa, el dorado del vino encajan a la perfección con esos planos sosegados de intensos atardeceres. Podemos degustar frutas almibaradas, matices minerales entre notas ahumadas y amieladas, también discernimos galletas de vainilla o frutos secos... Mientras tanto, si alzamos la vista apreciamos la tierna sencillez de una historia realista, integrada en la cuidada técnica de Lynch. Y no nos podemos olvidar de poner el oído en su genial banda sonora. Un regalo que tendrá un merecido lugar en la historia del cine.
En fin, relájense y disfruten del paso del tiempo en todos sus matices...
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