Continuaré
hablando de la relación entre el característico paisaje vitícola y
el cine. Comenzaré esta vez por “Mucho ruido y pocas nueces”, se
trata de una adaptación de la comedia romántica escrita por William
Shakespeare. Esta obra de teatro narra la llegada y estancia del
Príncipe Don Pedro de Aragón (Denzel Washington) que será
acompañado de su hermano bastardo Don Juan (Keanu Reeves), de
Benedicto (Kenneth Branagh) y de Claudio (Robert Sean Leonard) a una
bucólica y paradisíaca villa de la campiña siciliana (Mesina).
Donde son recibidos con gran regocijo por el caballero Leonato, que
vive con su hija Hero (Kate Beckinsale) y su sobrina Beatriz (Emma
Thompson).
En estos escenarios nacerán y morirán amores, traiciones, enredos,
pasiones, conspiraciones, sonrisas y lagrimas.
En
este film, dirigido por la buena mano Kenneth Branagh, se muestra el
vino, la vendimia y el propio paisaje vitícola como motivo de
celebración, frenesí, felicidad y casi éxtasis. Esas sensaciones
se mezclan perfectamente con los parajes bucólicos del sur de Italia
en ese comienzo desenfrenado del film, repleto de juventud,
resplandeciente jovialidad, lucida vitalidad y bellos placeres
sutiles. Que parece hacer referencia al recuerdo de las bacanales y festejos
ofrecidos al incorregible dios romano Baco.
Cambiando de escenario, nos dirigimos al noroeste. Donde podemos degustar la campiña francesa en todo su esplendor en “Cuento de otoño”. Siendo uno de los escenarios más plenos que el viñedo ha dado a un argumento cinematográfico. La película pone punto y final a la serie de cuentos que el director, Éric Romher, dedicó a las cuatro estaciones. Este genio, uno de los estandartes de la Nouvelle vague, nos cuenta la historia de dos amigas, Isabelle y Magali. La primera de éstas se empeña en presentar un nuevo hombre a su amiga, que haga desaparecer la soledad en la que se encuentra sumida desde que sus hijos se han ido a la universidad.
El director no pudo elegir mejor escenario que la Provenza, siempre bañada por la candidez de un eterno mediodía francés con una luz tenue pero rica en matices, que nos augura la entrada del otoño. En esta tesitura, es donde Magali mima minuciosamente sus viñas: “Yo me considero artesana, no explotadora. Que palabra mas horrible explotadora. Yo no exploto la tierra, la honro.” Así, se puede definir la forma de vida de una de las protagonistas, hasta tal punto en que el viñedo es prácticamente toda su vida, hasta el extremo en que se convierte en su único y fiel amante: “ Por ahora lo único que me interesa es mi viñedo. No quiero pensar más en los hombres.”
De
esta modo, cuida de las viñas como de su enamorado, controla con
sumo cariño la producción de uva y se niega a emplear herbicidas,
ya que según la protagonista estropearía el sabor del vino.
Y no solo eso, también permite que otras plantas silvestres
y aromáticas pueblen sus viñedos, lo que hace todavía más
bucólico el paisaje vitícola francés. De hecho, dan ganas de
participar en las múltiples secuencias de vendimia y en ese final,
aliñado con una canción que trata sobre la Vendimia de la cariñena:
“Vendimia
de Carignan
La
tierra ya ha girado...
Amontonamos
las semillas del vino
Que
rápido ha pasado el año...
El
vino embellece la noche.”
Continuando
con la relación cine y viñedo nos encontramos con la primera
muestra de cine español, hablamos de “Tierra”. Dirigida por
Julio Medem, nos cuenta la historia de Ángel, un fumigador con una
especial doble personalidad. Éste llega a una zona de suaves colinas
pardorrojizas plagadas de viñedos desnudos debido al invierno. Se
trata del campo de Cariñena, en la provincia de Zaragoza. Ángel
viene por un motivo muy concreto, y es acabar con una plaga de
cochinilla que dota al vino de esta región de un sorprendente sabor
a tierra. Durante el discurrir de la historia nuestro protagonista se
mezclará con la gente sencilla de la zona y especialmente con dos
mujeres, la sencilla madre de familia Ángela y la joven y ardiente
Mari.
De
este modo, Ángel tendrá la difícil tarea de acabar con la
cochinilla, sobrellevar su doble personalidad y decidirse por la
mujer a la que desea. Y todo esto bajo ese suelo rojo, frágiles
vides, paisajes abierto y cielos eléctricos que nos transmiten una
extraña sensación de vulnerabilidad y desasosiego, una falta de
equilibrio que también encontramos en nuestro protagonista.
Es
curioso, pero a varios de los personajes les gustará este peculiar
sabor, quizá haciendo una pequeña referencia jocosa al terroir
francés. Pero de todos modos, Ángel erradicará la plaga por ese
año, como él mismo comenta: “He acabado con la cochinilla para
todo un año. El vino de la próxima cosecha tendrá un reconocible
sabor a no tierra. Ahora soy yo quien ha trascendido en el vino. ¡A
eso he venido y pienso celebrarlo!”
Y por último y a mi pesar, me toca
hablar de “Un paseo por las nubes”. La película cuenta como un
soldado estadounidense, después de regresar de la Segunda Guerra
Mundial, conoce a una joven, quien teme volver a la viña familiar
debido a que está embarazada. La joven pareja se harán pasar por
recién casados para enfrentarse
al dominante padre de la muchacha.
Así
pues, el argumento es una sencilla historia de amor cargada de los
habituales clichés “made in Hollywood”. Lo cierto es que no se
trata de una gran película, de hecho la tacharía como la peor de la
lista. De hecho se cometen disparates en virtud de la estética y el
dramatismo, dejando en un segundo plano al sentido común. Aunque
esto no es ninguna novedad en ciertas películas.
Pero
cabe destacar los bellísimos escenarios naturales del valle de Napa
y la forma de narrar el rito y proceso de la vendimia. En la película
el viñedo funciona como el sustento económico y vital de la
familia. Esta relación se remonta a generaciones, desde antes de la
llegada de los Aragón desde España donde las raíces del viñedo y
de las personas ya estaban unidas. Tradición y cultura al vino se
plasma en numerosas secuencias. De hecho, tienen presente al viñedo
en todas sus oraciones. Me gustaría resaltar la importancia de la
uva para la familia extrayendo una porción de la pequeña
conversación donde el abuelo de la familia (Anthony Quinn) da al
falso marido una clase acerca de la historia familiar, en la cual se
pone en relieve la importancia de la uva y la vendimia:
“La
llamada de la uva es lo que nos quita el sueño. Cuando está madura
siempre nos llama (...). Verás en 1580 el primer Aragón, llamado
Pedro, llegó a México desde España con un sueño en su mente, un
hatillo y una raíz del viñedo de su familia guardaba en su bolsillo
(...). Ahí está la raíz que traje conmigo. Desciende de la que
trajo el primer Pedro hace siglos. Todas nuestras viñas proceden de
esa raíz. No solo es la raíz de “Las Nubes”. Es también la
raíz de nuestras vidas de la vida de Victoria. Y ahora que tu formas
parte de esto, de nosotros. Es la raíz de tu vida. Ya no serás
huérfano nunca más. Bueno... estarás con tu familia para la
recogida de la uva. Es un día especial. Un día mágico (...) el día
más importante del año. En el que se decide nuestra suerte.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario